lunes, 10 de agosto de 2015

Milo

Fue un hermoso día para Milo en la Ciudad de la Nostalgia, el sol brillo más que nunca, todo fue luz, todo le salió bien, preparo un lemon pie exquisito, y todos los ciudadanos “nostalgos” [1] lo saludaron amigablemente, todos parecían ser felices ese día, todo parecía ir bien. ¿Y es que en los sueños de un loco deprimido todo funciona bien para él, verdad? Milo no lo anticipó, tampoco quería detenerlo, pues solo se dispuso a disfrutar del sueño, hermosa pero engañosa ilusión. Siempre le habían advertido que soñar es muy peligroso, y no servía de nada, pero a él le parecía todo lo contrario, le encantaba soñar despierto, tener deseos y anhelos, pues que mejor que eso, él decía que no tenía sentido la existencia si no nos atrevemos a soñar, claro, jamás lo dijo en voz alta, pues tendría problemas de ser así, ya que los nostalgos lo tomarían  por raro y lo exiliarían a la Ciudad de la Perdición, donde todo era horrible, sus habitantes estaban locos, esquizofrénicos, parece excitante al oírlo, pero no era así, era una ciudad maldita, condenada a la muerte, locura y depravación, pues allí estaban los desechos de la antigua sociedad.

Por Providencia le sucedió algo asombroso, algo que jamás creyó que le podría ocurrir, por un momento se asustó, pues ese era unas de las pocas cosas a las que los nostalgos sobrevivían, y eso que todos los nostalgos fuman, además de los deportes extremos que a los nostalgos tanto les gustan, además de todo, de la vida melancólica e insana que llevaba, no, esto fue peor, mucho peor y aterrador.
Conoció a María Nostalgia, la más hermosa y excéntrica mujer que había conocido, era la mujer de sus sueños, era la musa perfecta para cualquier poeta, como él, claro entablar una conversación con ella no fue fácil, ya que ella no era nada accesible. A Milo poco le importaba, pues estaba dispuesto a esperar lo necesario para estar con ella.
Y ciertamente un buen día, ya cansada de que le pidiera para salir, tuvo que aceptarlo, para sorpresa de la joven, él le agradaba, tanto que se casaron, sus demonios se convirtieron en ángeles y Milo dejo de soñar despierto pues tenía todo lo que alguna vez espero. Amor






[1] Nostalgos: habitantes de la Ciudad de la Nostalgia.

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