domingo, 13 de septiembre de 2015

Scappini

Scappini, hombre de Letras
comía las palomas
de la plaza, crudas, sin sal ni azúcar.
Hablando en tono cortante
voz gruesa
y un suspiro al terminar casa oración.
Recolectaba flores y en su muerte
les daba una identidad
nombre, y pequeña biografía.
Revolucionario del Oporto.
Lungo eficiente, siempre con una recomendación en sus manos
y no cualquier cosa, te daba esos libros o
comics que te partian el bocho.
Viejo choto, caradura. Por eso se llevaba bien
con los Prokopiuk. Debatiendo horas y horas  sobre política, y ajedrez.
Divaga por las calles, con su botella de Oporto
y chocolates en los bolsillos de su camisa, con aire melancólico y rumiando
versos de todos lados.
Tiene dedos finos como ramitas.
Y huele como a una mañana nublada y poblada de rocío.

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