Emiliani se encontraba en el bar donde iba cuando se sentía pequeña
pero cómoda, absorta de los tristongos que la rodeaban
lo admite, ella también tiene cara de orto
pero esos idiotas... se las ingenian para andar mal, siempre
viven creyendo que todo es poesía y se nutren de ese pensamiento
para camuflar su estupidez.
¡asshhh!
Ni al dadaísmo le caen bien esos infelices.
Su barcito,
(el que esta por Yrigoyen casi Rioja)
tiene luces embotelladas
suelen ir violinistas gritonas
burgueses descompuestos
estrafalarios exquisitos
mozos tranquilos y no lugareños
y demás gentuzas.
Le gusta disecar hojas
mientras se dopa de elixir ámbar y fresco.
Una noche, fue al barsucho al que todos iban
dijo que quería ir a probar suerte
por ahí se equivocaba y resulta que el bar de todos, si estaba bueno.
"La Pequeña Pizarnick"
Lugar oscuro, luces dicroicas y amarillas en las columnas
en el medio, luces con pantallas cuadradas
mezas redondas de vidrio, con patas de metal
sillas, un poco mas bajas que los hombros para apoyar los brazos.
La carta era una perfecta colección de todo lo que busca el borracho por selección:
vinos de Alsacia, Fuller, Amaretto, Strega, Licor de Orujo, Absenta, Akvavit, Cointreau, Bodegas, Callia, DiSaronno, Plum Dew, Antares, Calvados, los Johnnie Walker, Aguamiel, Moutai, vinos San Felipe y el infaltable Amargo Obrero
Todos estaban presentes, algunos los conocía y a otros... ni la mas pálida idea.
Las trillizas de Opalina, siempre vistosas por su belleza estaban en una mesa aparte, cercanas a ellas estaba Diego, un pobre infeliz con un pincel clavado en el ojo. En la barra estaba don Jacinto, su vecino, un señor agradable que se fabrica su propia mermelada de pomelo, junto a él, el viejo Caronte, aparentemente disfrutando de su whisky. Los hermanos Prokopiuk estaban en un rincón, con las ropas raídas, con algunos moretones, no apartaban la vista de la mesa, la cual tenía unos dibujos y planos, se pegaron un susto cuando apareció Scappini, pero se miraron cómplices al ver que traía un oporto. En otra mesa, estaban Felipe y Fibo riéndose a carcajadas y derramando café por todos lados.
Cuando se percata, Emiliani ve a Rojo detrás de ella, con una sonrisa.
- Eh te ves distraída... sigues siendo tan observadora como siempre- Dijo el.